Souldiers

Souldiers es el primer trabajo del estudio español Retro Forge y se trata de una auténtica oda a los juegos retro. Tanto su aspecto audiovisual, su jugabilidad y su nivel de desafío nos trasladan a un mundo de píxeles y dificultad endiablada.

Al hablar de juegos retro, hay tres aspectos clave que es necesario tener en cuenta: el estilo pixel-art, que oscila entre los 8 y los 16 bits; la acción directa y sin contemplaciones, nada de secuencias de vídeo o largas cadenas de diálogos; y el elevado nivel de dificultad, un desafío que castiga hasta el más mínimo error.

Sobre estos tres pilares principales se sostiene Souldiers, este título desarrollado por seis jóvenes españoles que han escogido un nombre tan apropiado como Retro Forge para su estudio.

Souldiers es, ante todo, un metroidvania 2D, lo se traduce en que se trata de un juego con acción, plataformas, exploración, puzles y toques RPG. Se trata de un mix que se ensambla a la perfección con el estilo de juego retro y que hemos podido disfrutar en el pasado, pero eso no quita que no sea nada fácil hacer un buen metroidvania. ¡Pero hay que decir que Souldiers sale airoso en todos los aspectos!

Lo primero que llama la atención es lo pulido que está todo; desde los controles hasta los detallados escenarios y animaciones, pasando por aspectos "menores" como los menús o la interfaz de usuario.

Además, Souldiers pone un puñado de ideas muy interesantes sobre la mesa. La primera nos la encontramos nada más empezar a jugar, debiendo elegir entre una de las tres clases disponibles. No se trata de un simple reskin, sino de tres formas diferentes de jugar, pues cada uno de ellos plantea enfoques muy diferentes, tienen sus pros y sus contras y cuentan con árboles de habilidades únicos. Esto no es algo habitual en los metroidvania, juegos que suelen estar construidos en torno a un único personaje y las habilidades que va adquiriendo. Por eso, en Souldiers han tenido que adaptar toda la aventura a las tres clases, porque si no lo hubieran hecho se podrían producir desajustes que arruinarían la experiencia de juego.

Otra de las ideas interesantes que presenta Souldiers son los orbes. Además de las habituales habilidades que nos permiten acceder a nuevas zonas, en Souldiers vamos adquiriendo una serie de orbes que nos confieren poderes elementales y entre los que podemos cambiar en base a lo que necesitemos en cada momento. Además, los orbes también abren nuevos caminos o nos permiten usar elementos del escenario para avanzar, lo que en esencia los convierte en otra parte fundamental de la fórmula metroidvania.

Es la clase de juego donde apetece (y esa es la palabra clave) volver a zonas previas una vez hemos adquirido nuevas habilidades. Y nuestra curiosidad no sólo se ve recompensada con algún objeto o mejora, sino también descubriendo que la zona era mucho más grande de lo que creíamos en un principio.

Por último, como no podía ser de otro modo, hay que alagar mucho la presentación audiovisual de Souldiers. El juego de Retro Forge tiene simple y llanamente uno de los mejores pixel-art que hay ahora mismo.

El nivel de detalle de los escenarios se podría considerar incluso enfermizo. Y mención especial para la forma en que los elementos de los escenarios reaccionan al ser golpeados en función del orbe que tenemos equipado en ese momento.

Las animaciones también cuentan con una magnífica calidad. Cualquier personaje, ya sea un protagonista, un enemigo o un NPC, cuenta con un gran número y todas están muy trabajadas. Souldiers es una maravilla para la vista. ¡Y para los oídos! Porque la banda sonora no se queda atrás, con composiciones que también destilan amor por el retro.