Warhammer 40,000: Boltgun
17/06/2025 - 08:35Cuando se anunció Warhammer 40,000: Boltgun, muchos veteranos del universo 40K alzaron una ceja con intriga y nostalgia. ¿Un boomer shooter ambientado en el brutal y gótico futuro del Imperio del Hombre? ¿Con sprites, sangre y disparos a raudales? La idea sonaba demasiado buena para ser verdad. Y, sin embargo, el estudio Auroch Digital ha conseguido un producto que no solo es un homenaje al FPS noventero, sino también una carta de amor al lore de Warhammer 40,000.
Boltgun es una declaración de intenciones: apretar el gatillo, masacrar herejes y gritar For the Emperor! con una sonrisa en la cara. Pero, más allá del estilo retro, ¿es solo ruido y furia, o hay sustancia bajo su pixelado caparazón?
Jugabilidad: sangre, pólvora y velocidad
En el corazón de Boltgun late el alma de juegos como DOOM, Quake o Duke Nukem 3D. Controlamos a un Space Marine del capítulo de los Ultramarines, enviado a un planeta infestado de traidores, cultistas y demonios del Caos. Desde el primer minuto, el juego te lanza al combate sin demasiadas explicaciones: moverse, disparar, machacar.
El ritmo es vertiginoso. No hay coberturas, ni recarga de armas, ni regeneración de vida. Aquí la única estrategia es moverse sin parar, buscar munición y aplastar al enemigo con el arsenal a tu disposición. La escopeta, el bolter, el lanzallamas y la mítica chainsword no solo son herramientas de destrucción: son extensiones del guerrero Astartes.
Cada arma tiene peso, retroceso y utilidad. El sonido seco del bolter al hacer trizas a un cultista es puro deleite para los fans del 40K, y el impacto visual de los disparos, salpicaduras de sangre y explosiones es constante. Además, el combate cuerpo a cuerpo es brutal y satisfactorio, con ejecuciones y ataques cargados que nos permiten recuperar salud en plena carnicería.
Diseño de niveles: retro con sabor moderno
Aunque la estética es puramente retro, el diseño de niveles toma lo mejor de ambas épocas. Hay mapas laberínticos al estilo de DOOM II, con secretos, interruptores y rutas ocultas, pero también estructuras más modernas y mejor pensadas para el gunplay acelerado. La verticalidad está bien aprovechada, con plataformas, trampas y zonas abiertas ideales para duelos a gran escala.
Los enemigos no son simples sacos de carne. Los cultistas se agrupan en masa, los traidores usan armas pesadas, y los demonios del Caos obligan a cambiar constantemente de táctica. Hay que saber cuándo usar cada arma y cuándo correr como un poseso para no acabar hecho papilla.
A medida que avanzamos, los niveles aumentan en complejidad y desafío, pero también ofrecen recompensas para quienes exploran. Encontrar secretos, mejorar la salud máxima o desbloquear munición extra se vuelve esencial para sobrevivir a las emboscadas más infernales.
Apartado visual y técnico: estética retro bien medida
Visualmente, Boltgun es un festival de píxeles y sprites en glorioso 2.5D. El estilo recuerda a los clásicos de los 90, pero con una nitidez y fluidez que los títulos de aquella época no podían alcanzar. Los modelos de los enemigos, aunque pixelados, son reconocibles al instante por cualquier fan del lore. Las animaciones, aunque simples, transmiten perfectamente el caos de la batalla.
La sangre brota en todas direcciones, los cuerpos estallan y los demonios se deshacen en vísceras púrpuras. La estética no escatima en gore, pero lo hace con ese toque exagerado que hace que todo resulte más cómico que perturbador. No es un terror opresivo, sino una violencia glorificada y gloriosa.
En cuanto al rendimiento, el juego se comporta como un tiro: carga rápido, se mueve fluido y no presenta fallos graves. Incluso en PC modestos o consolas de anterior generación, el motor responde con soltura, lo que lo convierte en una experiencia disfrutable sin importar la plataforma.
Sonido y ambientación: la guerra se escucha tan bien como se juega
El apartado sonoro es otra joya de Boltgun. El sonido de las armas está cuidado al detalle: cada disparo, explosión o golpe cuerpo a cuerpo tiene un impacto sonoro contundente. La chainsword, por ejemplo, suena como una sierra de carne que retumba en los oídos.
La banda sonora acompaña a la perfección: riffs de guitarra distorsionada, sintetizadores industriales y un tono oscuro que se mezcla con la brutalidad del combate. Aunque no es tan memorable como la de un DOOM Eternal, cumple su función y ayuda a mantener la adrenalina al máximo durante toda la partida.
Las voces, aunque escasas, están bien actuadas, y los efectos de ambientación (ecos en pasillos, rugidos demoníacos, explosiones a lo lejos) aportan una capa extra de inmersión.
Narrativa y fidelidad al universo 40K
Boltgun no pretende contarte una gran historia, pero sí respeta con mimo el universo de Warhammer 40,000. Los escenarios, enemigos y detalles visuales están cargados de referencias al lore: estatuas del Emperador, símbolos del Caos, runas del Mechanicus… Todo está ahí para quien lo quiera ver y saborear.
El personaje que controlamos, aunque no habla mucho, representa bien lo que significa ser un Space Marine: obediencia ciega, brutalidad sin compasión y devoción total al Imperio. No hay dilemas morales aquí, solo muerte al hereje. Y eso, dentro del universo que representa, está muy bien plasmado.
Conclusión: retro, salvaje y lleno de devoción al Emperador
Warhammer 40,000: Boltgun es un shooter que sabe perfectamente lo que quiere ser: una carta de amor al FPS clásico, un regalo para los fans de 40K y una dosis pura de acción desenfrenada. Puede que no revolucione el género, ni tenga la variedad o profundidad de otros títulos modernos, pero su ejecución es impecable dentro de sus propias reglas.
Para quienes crecieron con DOOM y Heretic, o para quienes sueñan con vaciar cargadores de bolter mientras gritan Purge the heretic!, este es un juego que no decepciona. Boltgun es una explosión de nostalgia, frenesí y pasión por un universo que nunca pasa de moda.