Comenzó como una innovación emocionante. El Battle Pass, parte desafío, parte caza de cosméticos, fue una forma refrescante de recompensar la dedicación en los juegos en línea. Pero en 2025, los jugadores empiezan a preguntarse si el sistema ha alcanzado un punto de saturación. Con casi todos los títulos importantes, desde Fortnite hasta Call of Duty y Genshin Impact ofreciendo alguna versión de un pase estacional, la pregunta ya no es “¿Debería comprarlo?”, sino “¿Tengo siquiera el tiempo?”
El auge del Battle Pass
El battle pass ganó popularidad alrededor de 2018, presentándose como una alternativa más justa a las loot boxes, basada en el esfuerzo. En lugar de apostar por recompensas, los jugadores podían ganar cosméticos, monedas o contenido exclusivo mediante una progresión por niveles. El concepto era simple: juega más, gana más. Parecía una solución ideal tanto para desarrolladores como para jugadores. Los estudios contaban con una nueva estrategia de monetización, y los jugadores, con un sistema transparente con metas y plazos definidos.
En 2025, el sistema de Battle Pass es omnipresente. Está en shooters, MOBAs, RPGs, juegos de cartas e incluso en rompecabezas para móviles. Pero lo que alguna vez fue una fuente de motivación ahora se siente abrumador. Los jugadores gestionan varios pases a la vez, cada uno con sus propios requisitos de tiempo, recompensas exclusivas y el constante temor de perderse algo.
Cuando lo bueno cansa
Con más juegos adoptando modelos de servicio en vivo, la presión por iniciar sesión a diario y «grindear el pase» se ha intensificado. Para el jugador promedio, con responsabilidades escolares, laborales o familiares, completar un solo Battle Pass por temporada ya puede parecer un segundo trabajo. Si se suman tres o cuatro juegos, la emoción se desvanece rápidamente.
Muchos expresan ansiedad al no completar los pases a tiempo, especialmente cuando las mejores recompensas están bloqueadas en niveles altos o requieren mejoras premium. La posibilidad de perderse una skin limitada o una envoltura de arma convierte el ocio en obligación. Lo peor es que algunos juegos dividen su contenido entre rutas gratuitas y de pago, lo que hace que los jugadores sientan que solo experimentan una parte del juego, a menos que paguen por adelantado.
La economía del FOMO
En el centro del problema está el FOMO, o sea el miedo a perderse algo (Fear of Missing Out). Los Battle Passes están diseñados para expirar. Si no desbloqueas el contenido antes de que termine la temporada, desaparece (al menos por ahora). Esta escasez artificial crea una sensación de urgencia, pero también genera estrés. En 2025, muchos jugadores se preguntan: ¿por qué no podemos disfrutar los juegos a nuestro propio ritmo?
La ironía es clara: lo que se creó para mantener el interés ahora amenaza con alejar a los jugadores. Los hilos en Reddit, las secciones de comentarios en YouTube y los clips de TikTok están inundados de jugadores compartiendo su frustración por la “presión del pase”. Algunos incluso hablan de agotamiento o de abandonar un juego por completo después de no haber logrado alcanzar los hitos clave.
Los desarrolladores escuchan
No todos los estudios están ignorando las señales. Algunos están comenzando a implementar enfoques más amigables para el jugador. Riot Games, por ejemplo, ha ajustado el Battle Pass de VALORANT, añadiendo fines de semana con XP adicional y más saltos generosos de niveles. Overwatch 2 introdujo recientemente un sistema más flexible en el que algunas recompensas siguen disponibles incluso tras terminar la temporada.
Otros desarrolladores exploran rutas de progresión permanentes o pases con contenido rotativo para futuras temporadas. Estos cambios, aunque pequeños, reflejan una creciente conciencia de que la diversión debe estar por encima de la presión.
Donde el Battle Pass siguen brillando
Pese a la fatiga, los Battle Passes no son intrínsecamente malos. Bien implementados, ofrecen estructura, recompensas y un sentido de logro. Para jugadores competitivos o completistas, tener metas claras puede ser muy motivador. Además, brindan un flujo constante de cosméticos que, si se compraran por separado, resultarían mucho más caros.
Juegos como Apex Legends y Rocket League siguen logrando que sus pases resulten gratificantes sin sobrecargar al jugador. La clave está en el equilibrio: requisitos razonables de XP, desafíos interesantes y recompensas significativas.
El futuro de los sistemas de progresión
A medida que evoluciona el modelo de servicio en vivo, los estudios deben reconsiderar qué significa progresar en los juegos actuales. ¿Debe cada título exigir compromiso diario? ¿Deben los pases estar limitados por el tiempo, o permitir que el jugador avance a su ritmo? ¿Y si, en lugar de generar presión, los sistemas de progresión se centraran en fomentar la diversión?
Algunos estudios independientes ya están explorando nuevos enfoques. Juegos como Deep Rock Galactic y Hades 2 experimentan con sistemas que recompensan el esfuerzo sin depender de plazos artificiales. Otros integran contenido narrativo que da contexto a los desafíos y convierte la rutina en parte de la historia.
También crece el interés en los pases modulares, donde los jugadores eligen qué tipo de recompensas desean desbloquear primero. Esto añade flexibilidad y personalización sin diluir la experiencia de recompensa.
Conclusión: rediseñando el bucle de recompensas
En 2025, la verdadera pregunta ya no es si deben existir los Battle Passes, sino cómo pueden evolucionar para respetar el tiempo del jugador y mejorar su experiencia. A medida que la comunidad madura y se diversifica, está claro que un único enfoque ya no es suficiente. Es momento de que los desarrolladores reconsideren cómo hacer que los sistemas de progresión sean más significativos y menos estresantes.
Los jugadores quieren ser desafiados, pero no atrapados en una rutina interminable. Quieren ser recompensados por su esfuerzo, no penalizados por tomarse descansos o tener una vida fuera de los juegos. Buscan un sistema justo, entretenido y que no se sienta como una carga. Al final, los videojuegos deberían tratarse de disfrutar, no de cumplir otra fecha límite.
Una posible solución es moverse hacia modelos centrados en el jugador. Imagina un Battle Pass donde puedas avanzar a tu propio ritmo y priorizar las recompensas que más te interesen: skins, personalización de armas, emoticones… lo que más disfrutes. Esta flexibilidad haría que el sistema se sintiera más personal y menos como una tarea.
También sería útil repensar la idea del contenido limitado. Aunque la escasez genera emoción, también causa presión. En lugar de bloquear recompensas tras plazos estrictos, los desarrolladores podrían ofrecerlas en intervalos recurrentes, permitiendo una experiencia más orgánica y menos estresante.
Finalmente, el futuro de la progresión puede ir más allá del Battle Pass. A medida que los juegos evolucionan, también deben hacerlo los sistemas que mantienen el interés del jugador. Ya hay éxito en modelos alternativos basados en habilidades, logros o narrativa. Estos ofrecen recompensas más significativas, ganadas con esfuerzo real, y sin depender de horarios rígidos.
En definitiva, el sistema de Battle Pass tiene un potencial inmenso, pero necesita evolucionar. Los desarrolladores deben ir más allá de simplemente añadir contenido y centrarse en diseñar sistemas que permitan a los jugadores disfrutarlo a su propio ritmo. Reducir el estrés del FOMO y ofrecer recompensas alineadas con las preferencias y estilos de juego individuales puede hacer que la progresión siga siendo atractiva y satisfactoria.
Si los Battle Passes están aquí para quedarse, y todo indica que así será, asegurémonos de que reflejen lo que realmente define a los videojuegos: libertad, creatividad y diversión. Al final del día, jugar no debería sentirse como otra fecha límite por cumplir. El futuro de estos sistemas debe centrarse en la calidad, la elección y una experiencia que verdaderamente recompense a los jugadores en sus propios términos.